La primavera es para vivirla

Prohibido suicidarse en primavera

Eso de quitarse la vida es un tema complejo, digno para los especialistas en la materia, porque están de por medio los motivos para dejar de tenerle gusto a la vida. Pero la vida es la vida y hay que hacerle los honores en todo momento.

La obra de teatro Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona (España 1903-1965), es un tema tan actual como el amor y el desamor. Si tomamos en cuenta que se estrenó en 1937, con los ecos de aquellos tiempos en un país en que la dictadura se había implantado dos años antes, cuyos temas de la muerte y la represión eran pan de cada día. Sin embargo, Casona le pone sentido del humor al asunto y escribió un texto en el cual existe un sanatorio de almas —alejado de las ciudades—, el Hogar del Suicida, que en sus paredes cuelgan óleos de famosos suicidas que han formado parte de la historia, como Sócrates, Cleopatra, Séneca, Larra, y tallada en piedra unos versos de Santa Teresa: “Ven, Muerte, tan escondida, que no te sienta venir, porque el placer de morir no me vuelva a dar la vida”.

Sucede que hay quienes desean morir por causas económicas, por desamor, por la pérdida de un ser amado o por uso de drogas. Pero un doctor suigéneris y sus ayudantes le dan un toque locuaz al asunto, porque todo acontece un día antes de la primavera, y entonces todo se convierte en luz, en vida, los animales y las flores son hermosos, las miradas tienen otro filtro, el desamor se convierte en amor, la pérdida en encuentro y la muerte en vida; hay motivos para vivir. ¿Quieres saber cómo sucedió este milagro? Pues te invito a leer este texto de Casona que te hará vivir la vida, ya que para eso estamos en este mundo, ¿qué no?, porque seguro que después de conocer esos personajes y sus motivos para no suicidarse en primavera, te darán una gran lección de vida; lo importante es vivirla, así que abre tu libro y prepárate para este viaje primaveral.

El amor llega por mensajería

Las compras por internet han aumentado en todo el mundo, los consumidores desde sus casas piden y reciben la mercancía y se puede comprar lo que se te ocurra. En este tren de vida virtual que se convierte en presencial en algún momento, imagínate a la señora Bartolotti, una mujer ya madura, cuya adicción es comprar por internet, quien ha pedido las cosas más inverosímiles, y sucede que un día, tocan a su puerta y le llevan una lata de conservas, como si fuera de atún, pero grande, de donde sale un niño correcto y educado; ella, la señora Bartolotti, lo observa y piensa que no recuerda haber pedido esto. En fin, igual y sí, pues en sus locuras de consumidora todo puede suceder.

Es un niño de fábrica de 7 años, pero ella no lo quiere, porque ni tiene hijos y ni quiere tenerlos. Como sea, lo acepta, aunque de inmediato llama a la empresa y le dice que no recuerda haber pedido eso, así que solicita que le devuelvan su dinero y que vayan a recoger la mercancía, sólo que le dicen que será en unos días, y es precisamente en esos días que aprende a convivir con el niño. Entra en crisis cuando, días después, le llaman para decirle que irán al día siguiente por el producto. ¿Y qué crees? Ya no quiere que se lo lleven. Se encariñó con el niño de fábrica y realiza toda una estrategia para quedarse con él. Lo que sucede después es tierno, asombroso y emocionante.

Éntrale a esta obra que se adaptó para el teatro, aunque también puedes leer el cuento “Konrad o el niño que salió de una lata de conservas”, de Christine Nöstlinger, escritora austriaca, que es de donde se adaptó al teatro.