Órgano Informativo del Colegio de bachilleres | Gaceta 59 Septiembre 2024 Año I
facebook twitter instagram youtube

Recomendaciones de libros

Autor
Gabriela Trejo Sánchez
Rocinante
Rocinante

El amor de mi vida

Para Abraham

Estoy segura de que casi todos hemos amado a un hombre más que al resto. Yo quise a Abraham desde el momento en que lo conocí. Fue el primer hombre en mi vida. Convivimos infinitas horas combinadas con las ausencias del trabajo. Sin embargo, siempre estuvo para calmar mi llanto con su voz, pues, aunque era un hombre trabajador, nunca se negó a consolarme.

Con el tiempo, aprendí a distinguir sus pasos entre todos los ruidos cotidianos, la convivencia apacible nos recompensó con momentos increíbles, como las clases de educación física en donde nunca cabía por un aro de hule. O su compañía en las juntas del 10 de mayo. Cuando, con argumentos sólidos, defendió a un tortillero útil, sacando de la competencia al rallador de cocinero que sólo estaría colgado como adorno. Abraham fue el hombre que no tuvo miedo de ser ama de casa y me alimentó con tacos de esos que a todos enferman y a nosotros ni cosquillas nos hacían. Hombre trabajador que usó su ingenio para llevar a mi lado cosas extraordinarias y absurdas.

Hay hombres con quienes sientes seguridad y confianza. Abraham no sólo me brindó ambas, sino que fue el modelo para buscar otros amores. Juntos descubrimos el teatro y los museos, dibujamos princesas con verrugas y nos reímos de sus trucos de magia tan simples. Pensar en él era un remanso en medio de la adolescencia, cuando estamos desubicados y llenos de dudas. Como crecí entre amigos que eran hijos de padres divorciados o de madres solteras, la rara era yo; sin embargo, Abraham siempre estuvo allí para el niño que necesitara un padre de último minuto.

Mi padre, el amor de mi vida, modelo de un futuro. Su personalidad hizo que se convirtiera en padre, padre-tío, padre-abuelo. Padre de ocho, auxilio de muchos otros amigos. Su voz inconfundible me salvó de perderlo aquella tarde en que se deshizo de su bigote. Yo sólo escuchaba su risa mientras buscaba, con mis ojos de estudiante de primaria, entre todos los zapatos que acudían a recoger un chamaco de suéter rojo y rostro llorón. Cuando por fin encontré a Abraham, quise llorar de angustia al saber que casi me quedo sin él. A cambio, recibí un abrazo y la promesa, hasta hoy cumplida, de no afeitarlo más.

Sin duda, quienes tenemos el privilegio de crecer con un padre, sabemos lo que es el amor verdadero. Hombres que aman sin condición, que son apoyo y consejo. Para ellos, los versos de Griselda Álvarez. Su poemario Anatomía superficial no sólo revela el profundo conocimiento de los sonetos, sino que refleja el gran amor al hombre, descubriendo un ser fuerte, atractivo, un hombre amado, como todos aquellos padres presentes en la vida que ayudaron a procrear.

...