Héctor Aparicio
Imágenes tomadas de Google

Cualquiera de nosotros ha tenido que ir al baño, ya sea por necesidad, ya para matar el tedio en la escuela o en el trabajo, ya por urgencia. Hasta podríamos hacer un razonamiento de estilo aristotélico donde la primera premisa sería: todos los seres humanos van al baño; la segunda: soy un ser humano; y la conclusión: por lo tanto, voy al baño. Y podríamos extender el contenido del argumento a todos los seres vivos. Pero de ese viaje al sanitario, concurrido por nosotros, surgen un sinnúmero de interpretaciones más allá de la imperiosa fisiología que solicita su desahogo.

De todo esto habla la joven escritora Laura Sofía Rivero en su libro Dios tiene tripas. Meditaciones sobre nuestros desechos, reeditado apenas en el 2023 por el Fondo de Cultura Económica. El sugerente título de esta obra es tomado de un epígrafe del escritor Milan Kundera (1929-2023). En tal frase se marca la relación con las tripas y la divinidad, es decir, lo terrenal y lo celestial, lo perecedero y lo inmortal, lo residual y lo sustancial. El libro de Rivero es un ensayo ingenioso que, de lo cotidiano y común, a saber, ir al baño, genera reflexiones extraordinarias e importantes de todo esa parte excedente que también es del ser humano.

Te has preguntado acerca de ese espacio: ¿qué significa ir al baño?, ¿se ha hecho siempre de la misma manera?, ¿han cambiado los retretes a lo largo de la historia?, ¿iban al sanitario lo mismo los romanos de la antigüedad que nosotros?, ¿cuáles son los mitos y realidades de ese lugar limpio y sucio a la vez? A todas estas preguntas la joven ensayista da una respuesta y va divagando de los temas a partir de anécdotas, hechos históricos, relaciones humanas y más y otro más. Porque el sanitario, como puede pensarse gracias a las reflexiones de Rivero, es un lugar dual, un ámbito en donde conviven los opuestos de lo privado y lo público. Porque si bien los excusados sirven para liberarnos de aquellas excreciones inquietantes, también nos paraliza la forma en que puede ser expuesta nuestra intimidad.

En once capítulos muy breves uno podrá valorar sobre objetos, espacios, actitudes y costumbres tan cotidianas, las cuales, dada su mundanidad, las perdemos de vista para profundizar sobre ellas como nos invita la autora. Ella comienza divagando acerca de los problemas estomacales e intestinales, en especial la diarrea, no sólo por la incomodidad que ocasiona, también debido a la incontinencia generada en el cuerpo y, por supuesto, a la alteración en nuestras actividades diarias. Y así, Rivero continúa y se convierte en una maestra que nos guía por un mundo tan cercano y alejado a la vez. Por ejemplo, explora el uso de baños públicos en épocas antiguas; investiga las prohibiciones sobre el orinar o defecar en la calle; ahonda en el acomodo y ornamento de los baños de cada familia; recorre la intimidad entre la pareja al compartir el tocador; habla de la espera cuando tenemos que ir al llamado de la naturaleza justo cuando estamos en una fiesta; investiga la higiene y el uso de objetos como los jabones; define un léxico de la letrina a través de los mensajes que encontramos en las muros de los retretes, y más cuestiones.

Si bien puede leerse el libro de manera ordenada, cada capítulo es un ensayo completo, el cual puede revisarse de forma independiente. Cada una de las secciones te generará muchas interrogantes; te hará percibir de una forma cómica, y seria a la vez, el uso de los excusados,

puesto que la autora es también irónica al tratar algunos temas, y sumamente perspicaz cuando desentraña imágenes que damos por inocentes y limpias, como la de los niños o, mejor dicho, mocosos, o más bien terribles como las de la medicina, las cuales provienen de la mitología grecolatina.

Tú, como estudiante del Colegio de Bachilleres, una vez leído el escrito de Rivero, no volverás a mirar con los mismos ojos la acción de ir al baño, y más en una institución educativa donde tal área se vuelve muy concurrida.