La danza que sueña la tortuga

El mejor espejo de un país se encuentra en su teatro. Ahí se ve la vida cotidiana de una sociedad que nos muestra sus virtudes y defectos, su retroceso o su progreso; por eso, los dramaturgos son quienes tienen la visión de mirar su presente y manifestarlo a través del arte de tal manera que se convertirá en futuro y, como dijera el poeta T.S. Eliot, es un presente continuo. Y sucede que eso que perdura en el tiempo es lo que conocemos como un clásico, como algo que no pasa de moda, a pesar de que hayan cambiado costumbres, formas de vestir, de hablar, de sonreír, de conseguir pareja o de no tenerla.

Y el espejo que te comparto ahora, es uno que se publicó en 1955, La danza que sueña la tortuga, cuya historia sucede en Córdoba, Veracruz, la cual nos pinta una sociedad machista, en donde se hacía lo que el hermano mayor señalara, así se pusiera el mundo de cabeza. Imagínate, Beto, un primo, visita a la familia, regresa de Estados Unidos, pero se encuentra a su prima Rocío, soltera, guapetona, eso sí, y ya grande, 36 años. Vas a decir que eso no es ser vieja, pero para una sociedad machista de provincia, en 1955, una mujer soltera de 36 años era un caso perdido, un solterona, es decir, una mujer que prácticamente estaba ya destinada a la soltería, a que ningún hombre la viese con deseos de casamiento.

El caso es que Beto y Rocío platican, juegan, recuerdan cuando eran más jóvenes y en este teje y maneje de la charla casual, cómo estás, si ya te casaste, y es que me quiero casar, pero mi mamá no quiere, de pronto, Rocío entiende que Beto le está pidiendo que se casara con ella. Aquí empieza la danza de la confusión y de la comedia en todo lo alto.

Para saber qué sucede, no dejes de leerla, o de ver su versión en película, que igual está muy bien, porque la dirige Julián Pastor, con guion de Emilio Carballido, actúan Ofelia Guilmáin, Sonia Furió y Fernando Balzaretti, cuyo largometraje se llamó El esperado amor desesperado. Veamos qué tanto hemos cambiado en este espejo en que se ve todo, nos guste o no.