Todo es posible, si se desea
Jessica Pérez Martínez estudia el sexto semestre en el Plantel 18 Tlilhuaca-Azcapotzalco, está a punto de egresar, su promedio es de alrededor de ocho, quiere estudiar la licenciatura en diseño gráfico, cuenta con el apoyo de sus padres, profesores y amigas, con quienes más convivió durante el primer año, justo antes de la pandemia, porque los siguientes dos años tuvieron que confinarse como en todo el mundo, pero ya está de regreso de manera presencial para dar lo mejor de sí, afirmando que todo lo que se desea se puede lograr, porque no hay límites.
Lo extraordinario del asunto es que Jessica padece de distonía primaria (problema psicomotriz y de lenguaje), lo que significa que le resulta difícil articular verbalmente las palabras; su forma de hablar es lenta, igual que sus movimientos, pero su capacidad intelectual es grande, lo mismo expone en el salón que coordina trabajos en equipo, decide los colores de una revista escolar, utiliza la computadora y las redes sociales como cualquier joven que socializa, platica, juega, salta y se cansa, pero se levanta para continuar



Sus amigas Claudia Leticia González Pineda y Noemí Álvarez Ramírez comentan que cuando ingresó al Colegio de Bachilleres era un poco cohibida y gracias al apoyo de ellas, profesores y demás compañeros, fue desarrollando su potencial durante el primer año presencial; después llegó la emergencia sanitaria a causa del COVID-19: confinamiento, clases en línea, uso de tecnología, adaptación a esta forma de estudio, y Jessica continuó sin bajar la guardia, enfatizó su gusto por lo visual, por el dibujo. De ahí viene el deseo de estudiar diseño gráfico. Le gusta leer y ver películas de acción y de terror, usar las redes sociales y es muy entusiasta en cada actividad escolar y extra escolar.
Claudia y Noemí coinciden en que Jessi, como le dicen, es una joven sensible, entusiasta, inteligente, meticulosa para las tareas y exigente en los resultados; la prueba está en las webinares: “Ahí nos dábamos nuestros agarrones académicos”, sostuvo Claudia González. Al principio, agregaron, les daba miedo ayudarla, no sabían cómo apoyarla para caminar. Con el tiempo, se acoplaron, jugaban y bailaban en sus reuniones, y nunca les faltaron al respeto los compañeros. Claudia, en este sentido, expresó que en el plantel nunca vio que le hicieron bullying ni a Jessi ni a ella, ni a nadie, lo cual agradece, porque ella egresó de una secundaria donde las burlas eran cosa diaria. En cambio, en el Colegio de Bachilleres se trabaja el sentido de solidaridad y el respeto, aseveraron.

La mamá de Jessica, María del Carmen Martínez Solís, comentó que durante cinco años el programa de ayuda de una fundación le dio terapia física; ahí le dijeron que llevara a Jessica a una escuela para discapacitados, pero la mamá no quiso, no quería que la trataran como tal. Ya en la primaria, le comentaron que la ingresara a una escuela especial, lo intentó, pero no la aceptaron, porque ahí iban sólo personas con síndrome de Down y Jessica tenía otra discapacidad.
La parte académica
Por su parte, los profesores Alejandra Sofía Ruiz Arellano y Octavio Benjamín Pérez Ortiz, de las asignaturas de Tecnologías de la Información y Comunicación, y Química, respectivamente, explicaron que crearon un comité con el objetivo de enfatizar el sentido de la inclusión, que consiste en ayudar a jóvenes como Jessica y con otras discapacidades, para darles un trato igual, las mismas tareas y actividades, sólo cambia el ritmo. Jessica es un caso especial, y en este sentido, recordaron que cuando ingresó al Colegio, se contactó con su profesora de secundaria. Se hizo una reunión con los docentes del primer semestre, con quienes estaría en contacto por ser de primer ingreso. La maestra de secundaria les platicó su experiencia y les pasó la estafeta; era el momento de aplicar el proyecto. Ahora que Jessica ingrese a alguna institución superior, les pasarán la estafeta a sus nuevos profesores, porque es un trabajo de conjunto, incluyendo a los padres de familia.

En palabras de la directora del plantel, Maricela Cortés Flores, este tipo de educación inclusiva es algo que se va sistematizando para aplicarla en otros casos con otros alumnos, que son el centro de la educación. Jessica, subrayó, es prueba viva de que cuando se quiere, se puede. Recordó que todos los maestros dieron lo mejor de sí para apoyarla. “Este trabajo necesita tiempo adicional siempre, como lo han hecho los profesores Alejandra y Octavio. Incluso, se adaptaron algunos aspectos físicos para que ella pudiese andar por todo el plantel", y dijo que ahora que Jessica se vaya "será una dicha saber que alcanzará otro escalón para continuar progresando, no importa en qué escuela esté, sino que continúe superándose”.